El concepto de monocultura, aplicado al contexto educativo, hace referencia a una visión limitada y unidimensional del conocimiento, donde se privilegia un solo tipo de saber y se excluyen o menosprecian otras formas de entender y explicar el mundo. En las escuelas, esta monocultura se manifiesta cuando los contenidos académicos se presentan de manera rígida, siguiendo una lógica homogénea y sin considerar la diversidad cultural y social de los estudiantes. La Nueva Escuela Mexicana (NEM) busca romper con este enfoque, promoviendo una educación que valore la pluralidad y los múltiples saberes que forman parte de la vida de las comunidades.
La monocultura en el ámbito escolar se puede identificar en prácticas como la memorización de datos sin conexión con la realidad del estudiante, o cuando se da mayor importancia al conocimiento académico formal en detrimento de los saberes comunitarios, tradicionales o culturales. Este enfoque no solo limita las oportunidades de aprendizaje significativo, sino que también perpetúa un sistema que invisibiliza las experiencias y perspectivas de muchos estudiantes, generando exclusión y desinterés por el proceso educativo.
Un ejemplo de cómo la monocultura afecta el aprendizaje es cuando los planes de estudio se diseñan sin considerar las características particulares de la comunidad escolar. En una escuela primaria donde la mayoría de los estudiantes provienen de familias dedicadas a la agricultura, el currículum podría ser enriquecido integrando contenidos relacionados con el conocimiento agrícola local. Sin embargo, si se sigue una lógica monocultural, estos saberes serian ignorados y se imponerían contenidos genéricos que no dialogan con la realidad de los estudiantes, haciendo que el aprendizaje se sienta distante y poco relevante.
La NEM propone una ruptura con la monocultura educativa al fomentar un enfoque pedagógico basado en la pluralidad de saberes y la integración de diferentes perspectivas. En lugar de limitarse a transmitir un solo tipo de conocimiento, se promueve la colaboración entre estudiantes, maestros y la comunidad para construir un aprendizaje significativo. Los docentes tienen la oportunidad de enriquecer su práctica educativa valorando el conocimiento de los alumnos y sus familias, integrando sus experiencias en el aula y reconociendo que todos los saberes son válidos y aportan al desarrollo integral de los estudiantes.
Para los maestros, superar la monocultura implica un cambio en la manera de entender el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los docentes deben abrirse a escuchar y valorar los saberes de sus estudiantes y sus familias, fomentando un ambiente de respeto y colaboración. Un ejemplo práctico de esto es el desarrollo de proyectos que involucren a la comunidad, como la investigación sobre las costumbres locales, las técnicas de producción artesanal o la medicina tradicional. Estas actividades permiten que los estudiantes conecten los contenidos académicos con su entorno y, al mismo tiempo, fortalecen su identidad cultural y su sentido de pertenencia.
La evaluación también debe adaptarse para evitar la lógica monocultural, ya que esta suele enfocarse exclusivamente en medir el conocimiento académico formal. Una evaluación más inclusiva debe considerar las distintas formas de saber y los contextos particulares de los estudiantes. Esto implica valorar las habilidades prácticas, el conocimiento empírico y la capacidad de aplicar lo aprendido en situaciones reales, reconociendo que el aprendizaje no siempre se da de manera homogénea ni se puede medir con una sola vara.
La monocultura en la educación es una barrera que limita el potencial de los estudiantes y perpetúa la exclusión de aquellos cuyos saberes y experiencias no se ajustan al modelo dominante. La Nueva Escuela Mexicana busca superar esta limitación promoviendo una educación que valore la diversidad, que integre los saberes comunitarios y que fomente un aprendizaje significativo y contextualizado. Los maestros tienen un papel fundamental en esta transformación, creando espacios donde todas las voces sean escuchadas y todos los conocimientos sean valorados, contribuyendo así a una educación más justa y equitativa.